Saturday, June 30, 2012

De tiendas y canastitos

¿Qué hora es? Las 5: 40.
Estoy solo. A mi alrededor hay un espacio perfecto. Un departamento pequeño, con sus ambientes bien delimitados, le lleva su baño, su cocina, su dormitorio. Nada que decir. Y dentro hay cosas. Entre ellas, yo. No es que sea una cosa. Es que estoy escondido entre las cosas. Me encargué de esconderme. Policías, cámaras, vecinos, asesinos, perversos, envidiosos, animales, sombras, dealers, panaderos, barrenderos, músicos, compañeros, amigos, los mejores amigos, los más queridos, junto con los perros y gatos del vecindario me podrían encontrar. Y me harían daño. ¿Por qué?
Me hice un mate. Tengo que ordenar. Creo que ya puedo. Recoger la basura. Hay una bolsa con pan de molde encima de la mesa, abierta, tengo que cerrarla. Que no se pierda. Es la cara de Dios. Un montón de bolsas vacías del super están desparramadas en la cocina. Algunas tienen basura, otras están limpias. Tengo que guardar las limpias para poner en el canastito del baño. Yo no uso mucho el canastito, nunca me ha gustado tirar los papeles al canastito, los hecho al water. Pero se tapan algunos.En fin. Guardaré las bolsitas. Acabo de ver una bolsa de leche vacía, o sea, con un conchito. Tengo que botarla, se pone vinagre fácil. Leche vinagre. Leche hedionda. Leche botada. Leche. ¿Habrá comida añeja en el refri? Parece que no. Me la comí toda. En este moemnto sonrío con cara de niño bueno que se comió los tallarines. Esos que semifingía vomitar cuando me dejaban sentado en la mesa para que me comiera toda la comida. Flaco. Siempre flaco. Náuseas. No podía tragar. Los ojos llorosos aguantando el vómito. El plato con las verduritas a un lado. Excepto los canutones. Fiebre de niño, canutones y juguito de carne a baño maría. Encogido. Si estiraba las patas la parte que no estaba calentita de la cama me daba escalofríos. Al lado, mi mamá. Lloraba. Se angustiaba porque nos enfermábamos. Yo y mi hermano. Mi hermano y yo.
El barrio, perfecto. Lo que todo snob y pseudo shuper intelectual al peo, de izquierda que mira de reojo a los negros,que cruza si ve un falite, podría llegar a querer. Tienditas. Cafes. Gente linda. Dentro, leche hedionda en un rato más si no boto la bolsita. Así ahorro, me calmo pensando que si compro leche en bolsa en lugar de en botella puedo comprarme una chaqueta en las tienditas cercanas. Ahorré. Vuelvo a sonreir con la cara del niño que se comió toda la comida.
No sé por qué. Pero sé por qué. Por malo. Por botar el pan, la cara de Dios. Por eso me van a cagar. Por eso me siguen. Por que me da rabia que mi mamá llore. Si soy yo el enfermo!!!!!. Pero la entiendo. La quiero más que la chucha. Aguanten un cachito, ya vengo, voy a botar la bolsa de leche que está hedionda. Si me encuentran por último que no esté hediondo.
Estaba pensando en quedarme hoy en casa. Conmigo. Me da susto. Porque estaba pensando ¿cómo me escondo de mí? Y si me grabo? y si me ato, y si me llevo preso, y si me pego, y si me maltrato, me escupo, me meo, me cago. Debería salir. Debería ordenar. Al menos ahora sólo está la leche fresca del refri.