Monday, July 16, 2012


Juguete



Me miro. Tengo que escribir un texto de algo relacionado con esta foto. No tengo ganas. No tengo ganas de nada que no sea dormir, comer helado y ver Los Simpsons. ¿Cuándo habré perdido las ganas?.

Ahí debo haber tenido cerca de un año. No tengo recuerdos de esa época. Me imagino que nadie los tiene. Tengo un recuerdo, pero de más grande. Creo que es el primer recuerdo de un sueño. Porque creo que fue un sueño. Al menos he preguntado si algo así pasó y me dicen que no.

Soñaba que estaba afuera de la juguetería con mi papá. Me gustaba esa juguetería, era como un bazar, la “Casa Ely” me acuerdo que se llamaba.  Vendían camisas, calzoncillos, calcetines y juguetes. Era la única juguetería que había en la ciudad. Miraba y después llegaba a la casa y le decía a mi abuelita o a mi tía, que había un monito que me había gustado. Y cuando iba de nuevo, llevaba la plata y me lo compraban. Me gustaban los monitos articulados, contaba historias, los manipulaba, hacía con ellos lo que quería, los mataba, los enamoraba, los hacía volar, los enterraba. Eran mío, para siempre míos.

Bueno, estaba en esa juguetería. Salía y me tomaba de la mano de mi papá. Caminábamos, había mucha gente, pasábamos entre ellos. De pronto miraba la vereda del frente y estaba mi papá. Entonces, con mi mente pequeña pero nada de huevona, concluía que si él estaba al frente… ¿Quién mierda me llevaba de la mano? No recuerdo más. No sé si no quiero o no hay nada más que recordar.

Creo que las perdí unos cuantos años después de sacarme esa foto. Aproximadamente 22 años después.

Creo que me secuestraron. No creo. Estoy seguro. La mujer de la foto. Diseñó un plan maestro. Tan perfecto que aún me tiene secuestrado. Lo peor: nunca pidió rescate. O tal vez lo pidió y mi papá no tenía lucas para pagarle. Su plan maquiavélico fue revelado hace poco, luego de que me sacó de sótano donde me tuvo escondido, cuando murió mi papá. Dice que me eligió. O sea, no lo dice así, per eso caché yo. Me eligió para ser de ella. ¿Se fijan en su mirada? Ahí me está diciendo que soy de ella, para siempre de ella. Creo que mi papá no me pudo rescatar. Nunca lo hablamos. El secuestro me hizo dejar de verlo, de conocerlo, se transformó en un ente cargado de cosas negativas, de algo que me daba asco, se transformó en un hombre. Nada más. Un hombre al que no pude echar mano para hurguetear, para buscar los planos, el índice o alguna puta pista de lo que era la masculinidad. Cuando le pregunté fue un poco antes de que la gangrena de su pierna, después de un año de estar postrado, ya casi no le permitía mirar. Poco antes de que se terminara de podrir.

Creo que perdí las ganas cuando estaba grande. En ese tiempo tenía ganas de conocer, de saber, de aprender a caminar y alejarme. Pensaba aún que podría alejarme.

Es raro, creo que me acostumbré al secuestro. Dicen que pasa. Quiero seguir con las cadenas de oro con el Sagrado Corazón que me regalaba mi abuelita. Quiero asegurarme que las esposas estén bien cerradas, esas que venían en el juego de Sheriff. Quiero que la mordaza me asfixie, la mordaza que me ponía mi hermano cuando jugábamos a los ladrones. Quiero que la tortura se mantenga. La tortura que fue y es lo que me hago yo mismo. Me gusta el secuestro. Me gusta que sea ella quien lleve mi vida. Si hoy me tomara en brazos, sonreiría.